EL VALOR DE LA EXPERIENCIA

¿Arte físico o digital?

REFLEXIONES

David Hernández

6/15/20252 min read

Es frecuente en nuestros tiempos actuales el debate sobre si es mejor el libro en formato digital o el libro físico y, desde mi propia percepción, puedo constatar dos tipos fundamentales de lectores: los que aborrecen el ebook y los que lo toleran. Yo mismo me encuentro entre los segundos: aunque si me dan a elegir me quedo con el papel, tolero y valoro el libro digital.

Creo, aunque puede que me equivoque, que a todos los lectores nos gusta más el papel. ¿Y cómo puede ser? me pregunto yo mismo, si el ebook tiene muchas ventajas: lo puedes leer en cualquier momento sin necesidad de cargar con un tocho bajo el brazo, te permite una experiencia más inmersiva gracias a la posibilidad de los enlaces, puedes saltar de un libro a otro, y por tanto de un género a otro, con tan solo un par de clicks en tu tablet o lector.

¡Es porque el papel no te cansa la vista!, argumentan algunos. Podría ser, pero yo creo que va más allá: quienes tenemos un Kindle sabemos que la tinta electrónica optimiza mucho la experiencia de la lectura en formato digital, hasta el punto que apenas produce fatiga en los ojos, a diferencia del móvil, la tablet o el ordenador. Por tanto, no me parece suficiente razón.

Para mí, la clave está en la experiencia. Y me explico.

Un libro en papel tiene un determinado tacto, una textura y hasta un peso, olor y sonido, que convierte la experiencia de su lectura en un conjunto de sensaciones que van más allá de lo intelectual. El libro es un objeto que tenemos en nuestras manos y lo acarreamos de un lugar a otro para poder leerlo, mientras que no podemos ver, oler o pesar el ebook, a pesar de que es más cómodo y accesible. Esa es la verdadera razón, a mi juicio, de que todos los lectores prefiramos el papel.

La digitalización ha traído consigo muchísimas ventajas. Pero entre descargarte un ebook de una plataforma y acudir a una tienda, rebuscar entre varios ejemplares y llevarte el elegido a tu casa deseando sentarte en tu sillón favorito para desprecintarlo y empezar a leerlo, no hay color.

Esto que sucede con los libros aplica también a la música. Hoy en día es todo muy accesible y me encanta que así sea. Puedes entrar en Spotyfy para escuchar lo que quieras sobre tus músicos favoritos, o puedes hacerlo en YouTube y ver y escuchar con una calidad notable un concierto que tuvo lugar hace varios años. Pero esta facilidad tiene un precio: la emoción no es la misma.

Conéctate por un momento con el adolescente que fuiste y trata de recordar aquel concierto de tu grupo favorito que tuviste la suerte de presenciar. O bien aquella tarde en la que, tras haber reunido el dinero necesario, acudiste a la tienda de discos de tu barrio para comprar ese CD tan deseado. ¡Cómo acelerabas los pasos hasta llegar a casa para poder desprecintar el CD, extraer el librillo con las fotos del grupo o cantante y las letras de sus canciones, y ponerte a escuchar su música en tu habitación! Esto es algo que las nuevas generaciones no han podido experimentar.

Por tanto, sin renegar de lo digital y disfrutar de sus ventajas, creo que haríamos bien en reivindicar la experiencia completa y real del disfrute del arte. De todas las artes.